lunes, abril 07, 2008

Arena


Oxígeno, nitrógeno, hidrógeno y arena. El aire de El Cairo tenía ayer ese componente inesperado (con permiso de su majestad, el dióxido de carbono), y además en cantidades exageradas. Me lo habían anunciado, pero una cosa es escucharlo y otra verlo: A veces hay tormentas de arena que sacuden la ciudad y lo llenan todo de esa materia infinita del desierto. Era una niebla que se mascaba y no dejaba ver ni respirar. El sol, a través de este cristal gaseoso, se confundía con la luna. Era como un eclipse permanente. Y El Cairo, además de grande, lento, torpe y perezoso, se volvió amarillo. El Cairo, ayer, era Homer Simpson.

2 comentarios:

Alfonso Alba dijo...

Qué chulo, tío. Te pusiste un pañuelo en la cabeza a lo Lawrence de Arabia?? (Chiste fácil) Aunque sea un coñazo, tuvo que molar. Al menos, ver la tormenta de arena una vez en la vida

Caesares8 dijo...

Ole!! me encanta eso de: "El Cairo, ayer, era Homer Simpson".