Ir a Alejandría es visitar a un conocido que te abre sus puertas, te saluda con afecto y te pregunta, por tu nombre de pila, que qué tal todo mientras te ofrece un suculento plato casero que no se puede rechazar. Ir a Alejandría es pedir asilo climático y buscar la calma que en El Cairo no existe. Pasear por la playa, visitar catedrales, mezquitas y sinagogas, templos romanos, templos hosteleros, comer su pescado, contemplar su melancolía, su calma, es un refugio para olvidar los aspectos negativos del país en el que te encuentras.
Alejandría es el nombre de la calle en la que pasé parte de mi infancia sin saber que algún día visitaría esta ciudad. Por ello le tengo cierto apego de viejos conocidos desde el día en que llegué por primera vez. De ahí que en ella me sienta como en casa, como en Cádiz, como en Palma, como en Barcelona, como en Nápoles.
2 comentarios:
Por la foto del malecón, sí que tiene un aire a Cádiz...Anotado queda en el "debe"!
yo me crie en la calle Alcazar de Toledo...
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