martes, abril 29, 2008

Gusanitos

Al llegar a Egipto, parece imposible ser capaz de leer la orgía de gusanitos que forman las letras árabes. Pero se consigue. El problema llega después, cuando se empieza a intuir la lectura. Los árabes tienen tres vocales: a, i, u. Y son dobles: largas y cortas. Cuando son largas, se escriben en la palabra y leer resulta de lo más fácil, pues se trata de juntar la b con la a para decir ba. Pero cuando son cortas, no tienen por qué ponerlas, y una misma sílaba puede ser tres al mismo tiempo. La palabra hay que conocerla de memoria para saber su significado, si no, scripta volant. Y sirve esta dificultad al leer para leer la dificultad de una cultura en la que nada está escrito: los precios, las conversaciones y las historias, como cada sílaba, como cada palabra, puede ser muchas cosas al mismo tiempo. Hace falta la memoria de tener muchas experiencias en este país para poder interpretar. Porque la vida en Egipto, como la lectura del árabe, requiere de la interpretación continua y de un abuso de la memoria para recordar e intuir cuando verba manent.

jueves, abril 24, 2008

Alejandría

Egipto no llega del todo a Alejandría. Es una ciudad ajena al resto del país. Fue fundada por griegos (a Alejandro debe su nombre), ordenada por franceses y liderada por judíos. Y debe su espíritu al Mediterráneo, que la emparenta, de forma sutil, con Cádiz, con Palma, Barcelona, Marsella, Nápoles, Estambul y tantas otras ciudades empapadas, más que de las aguas de un mar, de un estilo de vida.

Ir a Alejandría es visitar a un conocido que te abre sus puertas, te saluda con afecto y te pregunta, por tu nombre de pila, que qué tal todo mientras te ofrece un suculento plato casero que no se puede rechazar. Ir a Alejandría es pedir asilo climático y buscar la calma que en El Cairo no existe. Pasear por la playa, visitar catedrales, mezquitas y sinagogas, templos romanos, templos hosteleros, comer su pescado, contemplar su melancolía, su calma, es un refugio para olvidar los aspectos negativos del país en el que te encuentras.

Alejandría es el nombre de la calle en la que pasé parte de mi infancia sin saber que algún día visitaría esta ciudad. Por ello le tengo cierto apego de viejos conocidos desde el día en que llegué por primera vez. De ahí que en ella me sienta como en casa, como en Cádiz, como en Palma, como en Barcelona, como en Nápoles.

martes, abril 22, 2008

El señor Mustafa

Fui a pagar el mes de alquiler de Félix al señor Mustafa. Me invitó a entrar en su piso, me sirvió una coca-cola y me dio conversación durante un rato. Pasamos de esto a aquello. Mis conversaciones con los egipcios rara vez no terminan donde siempre: Que si Estados Unidos, que si Europa, que si Israel, que si el Islam.

Circunloquiábamos en inglés sobre el sistema económico, sobre Estados Unidos, un país que él conoce y yo no, cuando empezó a criticar la forma en que trabajan los bancos en Estados Unidos y en Inglaterra y en otros países de Europa como Francia e Italia, quizá España no (dijo para evitar ofenderme).

–Por qué te dan 20.000 y te piden 30.000? y si no se los das a tiempo no te dan más? O te piden 40.000 si te prolongan el plazo?- Se preguntaba retóricamente de forma un poco naif. Y me sorprendía su crítica cuando hacía un momento me había dicho que pedía 7.000 libras al mes (casi 1.000 euros, inalcanzable en Egipto) por un piso que había subido mucho gracias a la inauguración de un gran centro comercial en la zona.

Me dijo que eso, la usura, estaba prohibido por el islam. Que no está permitido en su religión, que si aquí prestan y no lo pueden devolver, hay que esperar y no pasa nada. Pero la usura está prohibida, el islam pide cooperación. Y claro, no me pude contener. Entonces, por qué les estáis subiendo los precios de los alimentos y la vivienda a los iraquíes, que venden todo lo que tienen en Bagdad o Basora por cuatro duros y se refugian aquí, y ven derretirse los ahorros de su vida mientras no encuentran ninguna oportunidad y los egipcios se aprovechan de la situación. Por qué no cooperáis con ellos. Por qué clamáis contra Estados Unidos y Europa mientras les pegáis el sablazo a los iraquíes. Qué hacéis por ellos.

-Es el mercado-, me respondió, -la ley de la oferta y la demanda-.


domingo, abril 20, 2008

Ruski

Un día, caminando por el barrio de Montmâtre, en París, un pintor se me quedó mirando y me ofreció una acuarela sobre la que estaba trabajando. Lo hizo en español, y le pregunté que cómo sabía que yo era español. Su respuesta fue: lo llevas en la frente. Era evidente por alguna razón.

Sin embargo, fuera de Europa las evidencias se difuminan, las caras no están tan claras. Por eso, me han preguntado en alguna ocasión si soy portugués, italiano, francés, turco, americano, mexicano, argentino, griego, egipcio, libanés, israelí o iraní. Y todo ello podría ser comprensible.

Pero el otro día, en la tienda de al lado de mi casa, la dependienta, al notar mi acento extranjero, quería saber si yo era ruso. Y clarrro, al principio casi me muero de risa, luego de preocupación, y unos instantes después, cuando recapacité y vino a mi mente la figura enigmática de Valery, el profesor de ruso cuya dialéctica me empujó (sin él saberlo) hacia la blogosfera (valerianas.blogspot.com) le respondí con simpatía: Ochin Priadna.

Moraleja: Mujerrres!

martes, abril 15, 2008

Atardecer

Decia Heine que sólo por leer el Canto XXIV de la Iliada, la vida merecía ser vivida. Yo nunca llegué tan lejos con la epopeya clásica (aunque les recomiendo como atajo Homero, Iliada de Alessandro Baricco). Sin embargo, sí creo que hay momentos, platos, versos y besos por los que la vida merece ser vivida. Uno de esos momentos se me apereció hace unos días junto a dos viejos y buenos amigos a bordo de una faluca, en un atardecer en el Nilo, en Luxor. Fue lo mejor de un corto e intenso viaje que nos llevó a Abu Simbel a deshoras, que nos saturó de templos y piedras antiguas en un atasco de sabiduría e itinerarios turísticos, fotos y explicaciones a matacaballo que atragantan los ojos y la mente de cualquiera. Quizá por eso, resultó un oasis en mitad de tanto ajetreo montarse en esa barca antigua, remontar las aguas eternas del mítico Nilo y sólo escuchar el ruido de los pájaros, mirar, a lo lejos, las palmeras a contraluz y sólo hablar lo justo y necesario.

lunes, abril 07, 2008

Arena


Oxígeno, nitrógeno, hidrógeno y arena. El aire de El Cairo tenía ayer ese componente inesperado (con permiso de su majestad, el dióxido de carbono), y además en cantidades exageradas. Me lo habían anunciado, pero una cosa es escucharlo y otra verlo: A veces hay tormentas de arena que sacuden la ciudad y lo llenan todo de esa materia infinita del desierto. Era una niebla que se mascaba y no dejaba ver ni respirar. El sol, a través de este cristal gaseoso, se confundía con la luna. Era como un eclipse permanente. Y El Cairo, además de grande, lento, torpe y perezoso, se volvió amarillo. El Cairo, ayer, era Homer Simpson.

jueves, abril 03, 2008

Cien

Cien y está hecho un chaval, mírenlo (no seré tan presuntuoso como para pedir que lo admiren), con más de un año y medio y ahí se mantiene, como si no pasase nada, como la Puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo, ahí está mi blog.


Creo que el registro no está mal: una media de una entrada cada cinco días y unas 20 visitas cada día, con lectores en los cinco continentes y con una gran cantidad de comentarios que agradezco y que me llenan de ilusión cada vez que abro: K, Agropensador, Shosholosa, Irene, Caesares8, Dertyu, Angela, Emereci, Crapulina, Riquina, Edgar Allan Borch, Fuego Fatuo, Merhaba, Blume, Carlota, Marcella... a todos muchas gracias, porque, la verdad, esos comentarios son la principal fuente de energía (renovable) de este blog que a veces se para durante mucho tiempo, como reposando, y otras se llena de entradas: Unas mejores, otras peores, pero todas con la intención de agradarles lo más posible. Un abrazo allá donde estén desde las antípodas de la veracidad, que hoy están aquí, y mañana allí.