jueves, diciembre 28, 2006
jueves, diciembre 21, 2006
En verde...
Efectivamente, estimados lectores, sus ojos no les engañan. Oceanía Directo abandona su negrura habitual para travestirse en verde. Así, este blog se hermana con la Heineken, con los viejos verdes, con el aro de la bandera olímpica que representa a Europa, con el 66% de la bandera andaluza y el 100% de la de Libia, con los mocos, con la selva amazónica, con la camiseta del Celtic de Glasgow horizontalmente y con la del Betis y el Córdoba verticalmente, con el ecologismo, con los envidiosos, con las verdureras, con los materiales radiactivos, con Shreck, con los campos de golf de la Comunidad Murciana, con el paisaje irlandés, con la clorofila, con los polos flash de lima limón, con Cabo Verde, con los reptiles, con la Guardia Civil, con el logo de la Sexta, con los chistes de sexo, con Joscha Fischer, con la selección de Nigeria, con las imágenes de los bombardeos de Bagdad, con el Gigante Verde, con las manzanas, con el té verde, con el insecticida Cruz Verde, con el Corte Inglés, con el increible Hulk, con los jardines botánicos, con Green Day, con los extraterrestres, con los melones, con Groenlandia y con la rana Gustavo.
Aún así, Oceanía Directo seguirá pensando en Negro.
Aún así, Oceanía Directo seguirá pensando en Negro.
martes, diciembre 19, 2006
Lucha Generacional
Los ojos alerta, el ceño fruncido, el gesto duro, impenetrable la mirada, leves gotas de sudor en las sienes, tensión máxima...ambos grupos se perciben con rivalidad, son concientes de la amenaza que representa el uno para el otro, de la necesidad de la aniquilación del rival para la supervivencia del grupo. El pistoletazo de salida desencadena una lucha sin cuartel por hacerse con el poder, con el control, con la superioridad, con la pervivencia grupal expresada en un canapé que echarse a la boca.
La escena es difícil de asimilar pero no obstante fácil de encontrar. En cualquier sarao que se organice en Australia para la comunidad española, becarios españoles expatriados y ancianos emigrantes jubilados rivalizan por hacerse con el preciado canapé. Preparan emboscadas al grupo rival, usan y abusan de sus armas secretas para vencer al otro: ora el descaro de la juventud, ora la sabiduría de la experiencia. Pugnan sin descanso por hacerse con el mayor número de canapés posible, por capitalizar la magra tortilla, por dominar el escaso queso manchego, por asaltar la viruta de jamón ibérico.
Las pretendidas identidades, realidades y especificidades nacionales saltan por los aires ante la evidencia de la españolidad más subconsciente y sin embargo profunda: el sex-appeal de la gratuidad, la atracción telúrica por lo que no se paga. El cónsul y el embajador asisten impertérritos al espectáculo mientras en su mirada se percibe una brizna de envidia por no poder participar en semejante disputa, sabedores de que los galones de su cargo les impiden unirse a semejante gozo carpetovetónico. Pero sus tripas palpitan igualmente.
Al otro de sus galones, la juventud mileurista y la ancianidad mal pensionada se regocijan en la lujuria del bocado subvencionado.
martes, diciembre 12, 2006
El semáforo*
El pasado 25 de octubre a las cinco de la tarde algunas de las más rutilantes estrellas de los últimos años en los 100 metros lisos, la prueba reina del atletismo, se dieron cita en George Street, la calle principal del centro de Sydney, con el objetivo de superar un nuevo desafío en sus fulgurantes carreras.
Allí estaban campeones olímpicos como Carl Lewis y Linford Christie, y mundiales como Asafa Powell y Ato Boldon. En esta ocasión los flashes esperaban al corredor que fuera capaz de cruzar un semáforo del centro de la ciudad australiana en el tiempo que dura en verde el indicador de los peatones. Se trataba de una prueba más fugaz aún que la especialidad de estos cuatro atletas, pero sin duda mucho más exigente.
Esta carrera llevaba al límite la necesidad de una salida en la que los movimientos de arranque fueran coordinados a la perfección, las zancadas de los primeros pasos llegaran a su máximo potencial, calculando una longitud extrema que no supusiera un riesgo para la musculatura de estos atletas, y la explosión de la carrera se prolongara en el tiempo escaso que dura la prueba. El reto exige la mayor concentración, y los movimientos deben calcularse al nivel de nanosegundos, ya que la más mínima distracción puede suponer que el competidor quede varado en la mediana sin posibilidades de cruzar la carretera de una sentada.
El ensañamiento con el que el departamento de tráfico del Ayuntamiento de Sydney ha calculado el tiempo de duración en verde del indicador de peatones en las calles del centro ha hecho que sólo superhombres de esta talla, la de los cuatro atletas mencionados, puedan aspirar a cruzar las calles de una sola vez. Los regidores de esta ciudad, que fue olímpica en el año 2000, exigen el máximo a sus ciudadanos en cada esquina, en cada cruce, en cada semáforo, y ni siquiera los cuatro reyes de la velocidad pudieron torcer el brazo de los políticos locales: ninguno llegó a cruzar esta meta simbólica.
Existen diversas teorías sobre el origen del veloz paso del color verde en los semáforos: una preocupación del Ayuntamiento por la salud de sus ciudadanos, de ahí que fomente la práctica del atletismo urbano; una rémora de la concienciación ciudadana sobre los beneficios del deporte que emprendió el gobierno local en vísperas de los Juegos del 2000; el pavor de los políticos australianos al ecologismo, que intenta reducir al mínimo cualquier referencia subliminal que pudiera hacer al pueblo presionar en favor de la firma del Protocolo de Kioto; un experimento oncológico para provocar un cáncer colectivo vía estrés, o una simple metáfora para recordar a los habitantes de Sydney la fugacidad de la vida.
* Fijense en el color verde del indicador de peatones.
miércoles, noviembre 22, 2006
Le siguen llamando Gypsi (reloaded)
El soldado patoso de los mares, el descafeinado de sobre de los oleajes, la etiopía del equilibrio, la margarina de la capacidad de reacción, el Abreu de los surfistas, el licor 43 del dinamismo, el Bustamante de la marejada, el Johan Sebastián Mastropiero de la espuma del mar...en resumen: un tronco con traje de neopreno. Así me sentí el pasado sábado y el domingo, con mi tabla en la pierna izquierda, mi camiseta rosa y un chapuzón tras otro.
Volví en mi versión Skeletor a la playa de Bondi. Esta vez alguna ola calló, en alguna me monté y sentí la velocidad del surf, el atractivo del surf, la adicción del surf. También encontré a dos surfistas en plena acción venir contra mí, estaban cerca, estaban muy cerca, estaban demasiado cerca, y sentí que aquellos peligros que anunciaba el contrato que firmé antes de las lecciones surferas podían hacerse reales. El horror puede ser una tabla de surf con un tío encima. Reaccioné a tiempo: Abreuuuuuuuu, al paloooooooo...
Descubrí de dónde sale el cansancio y de dónde la agujeta humana en que me convertí al día siguiente: cada vez que intentas coger una ola, te montes en ella o viajes debajo de ella, vuelves a la orilla. Y cada vez que vuelves a la orilla hay que volver a volver. Y cada vez que vuelves a volver te cansas. Te cansas mucho.
Después de una larga lucha contra las olas, una más, después de montarme en dos olas tras dos horas de eterna batalla, vino el mejor y más arriesgado momento. El mar hacía una especie de U en cuyos laterales había unas corrientes que te disparan hacia el fondo. Sobre la tabla sólo había que dejarse llevar por la corriente, salirse de ella en cierto momento y finalmente atrapar la ola desde una larga distancia. El nombre inglés de corriente es rip, súbanlo a mayúsculas y verán qué miedo. Sin embargo, sin riesgo no hay gloria (gaynor).
Lo mío es el fútbol. Televisado.
Volví en mi versión Skeletor a la playa de Bondi. Esta vez alguna ola calló, en alguna me monté y sentí la velocidad del surf, el atractivo del surf, la adicción del surf. También encontré a dos surfistas en plena acción venir contra mí, estaban cerca, estaban muy cerca, estaban demasiado cerca, y sentí que aquellos peligros que anunciaba el contrato que firmé antes de las lecciones surferas podían hacerse reales. El horror puede ser una tabla de surf con un tío encima. Reaccioné a tiempo: Abreuuuuuuuu, al paloooooooo...
Descubrí de dónde sale el cansancio y de dónde la agujeta humana en que me convertí al día siguiente: cada vez que intentas coger una ola, te montes en ella o viajes debajo de ella, vuelves a la orilla. Y cada vez que vuelves a la orilla hay que volver a volver. Y cada vez que vuelves a volver te cansas. Te cansas mucho.
Después de una larga lucha contra las olas, una más, después de montarme en dos olas tras dos horas de eterna batalla, vino el mejor y más arriesgado momento. El mar hacía una especie de U en cuyos laterales había unas corrientes que te disparan hacia el fondo. Sobre la tabla sólo había que dejarse llevar por la corriente, salirse de ella en cierto momento y finalmente atrapar la ola desde una larga distancia. El nombre inglés de corriente es rip, súbanlo a mayúsculas y verán qué miedo. Sin embargo, sin riesgo no hay gloria (gaynor).
Lo mío es el fútbol. Televisado.
Un gran proyecto
Para celebrar el solsticio de invierno, para celebrar el gordo de Navidad, para celebrar la paz o para celebrar un alto el fuego (con más fuego)...Aquí os doy la web de un proyecto que me parece una iniciativa cojonuda para mejorar este puto mundo loco:
http://www.globalorgasm.org/
El objetivo: un orgasmo global el 22 de diciembre para llenar el mundo de energía positiva, equilibrar el karma del planeta y de paso pegarse un homenaje. Ea! Avanti, sempre avanti!
viernes, noviembre 17, 2006
Coming Soon...
Desde el futuro, les informo de las próximas entradas de Oceanía Directo:
*El Semáforo
*Fauna ( I )
*Una imagen
*La casa de los gitanos
Además, tendrán imágenes inéditas de Skéletor redivivo en mi persona, las medusas azules y muchas más cosas.
No dejen de seguir Oceanía Directo, en las Antípodas de la Veracidad.
*El Semáforo
*Fauna ( I )
*Una imagen
*La casa de los gitanos
Además, tendrán imágenes inéditas de Skéletor redivivo en mi persona, las medusas azules y muchas más cosas.
No dejen de seguir Oceanía Directo, en las Antípodas de la Veracidad.
viernes, noviembre 10, 2006
Parecidos Razonables ( I )
jueves, noviembre 09, 2006
Le llaman Gipsy (soy surferoooooo)
El océano bate sus olas contra todo lo que encuentra a su paso. Se trata de seguir el ritmo de esa ruptura. Viento, lluvia, frío. Climatología adversa en una playa vacía. Bondi, la playa más conocida del lado de acá del ecuador, vacía para cuatro aventureros. El sol no quiere verlos, y la harena (permítanme la licencia ortográfica, la arena de aquí es como harina) queda casi virgen de pisadas. Entonces aparezco yo, traje de neopreno, mirada al infinito (con mis dioptrías, el siguiente montículo de harena y la estrella Betelgeuse se juntan en un mismo lugar) y tabla de surf. La pinta debía ser apabullante, porque dos japos se sentaron en mi tabla para hacerse fotos conmigo. Soy surfero, y con caña, vino y ron me quito las penas.
Junto con tres compañeras, becarias de distintos organismos autonómicos y nacionales en Sydney, comencé el pasado sábado unas clases de surf que auguran una amplia promiscuidad literaria para este blog. Son tres clases cuyo objetivo es que aprendas a subirte en una plancha de plástico al tiempo que te transporta una ola. Es simple, es frívolo, es absurdo si quieren, pero hostia! fue divertido.
Sin embargo, no era la diversión sino la supervivencia aquello con lo que me conformaba cuando al llegar al lugar de la cita, los profesores me hicieron firmar un documento en el que me prevenían de que si: te la pegas con otro bañista, te la pegas con una roca, te la pegas con un tiburón o con cualquier otra criatura marina, te atacan las medusas azules, te quedas sin algún hueso, te quedas lisiado, te quedas sin vida, etcétera, we’re not responsible (vulgo: la pelas).
Al horror inicial sobre los horrores que puede llevar consigo esta inocente actividad, se une el horror de encontrarme con un profesor que da la bienvenida con los labios pintados de gris y una camiseta de colorines que hace recordar al payaso de Micolor versión David Lynch. El horror se eleva a la enésima potencia cuando el profesor confiesa ser de Canberra (una ciudad que debió de ser fundada por catalanes con ganas de cachondeo y que, por cierto, no tiene playa).
Pero el horror se disipa con una pequeña charla en inglés de la que no entiendo cuarto y mitad, pero que da unas lecciones básicas sobre como evitar los peligros en ciernes y me incita a saltar al agua y comerme las olas (o más bien bebérmelas, me cago en la hostia...).
Y de repente estaba en el agua, con una tabla de metro y medio atada a mi pie, un traje de neopreno que me daba la misma movilidad que un portero de futbolín y una camiseta rosa que en el retorcido lenguaje del surf quiere decir: NOVATO DE MIERDA.
La primera media ola de olas la perdí en ser capaz de estabilizarme en la tabla, reconocer un cierto bouquet a petróleo en el paladar en las aguas del Pacífico y prepararme para lanzarme como una ola, sin caer de la tabla para un lado o para el otro. También en probar distintas formas de entrar en la tabla para tomar posición: si a lo Anguita (por la izquierda), a lo Aznar (por la derecha), o a lo Rajoy (por detrás). Una vez que supe por donde entrar (a lo Anguita, por si había alguna duda), hay que saber pillar una ola. Otra media ola. Luego intentar levantarse en la tabla haciendo los movimientos adecuados (son tres, pero parecen trillones).
Y entonces, cuando creía que ya estaba preparado para poder levantarme sobre la tabla e ir como Cristo sobre las aguas, ya no pude. Se habían acabado las dos olas de clase y además había peleado con el mar más que el de la canción de Mecano: no podía mover una pestaña. Y por supuesto el traje de neopreno, que me hacía parecer Skéletor, se había convertido a esas alturas en una armadura de cemento armado.
Resultado de la primera clase: Pacífico 80-Rafa 0. Apenas si estuve unos segundos sobre la tabla, pero esta batalla continuará. De momento, como diría el eminente profesor de Yorstaun Aznar: surfero patatero, surfero patatero.
miércoles, noviembre 01, 2006
Los Australianos ( I )
Al contrario que en el caso de los rusos, los australianos no se dividen en dos sino en tres subgrupos, esto es: los no australianos (inmensa mayoría), los australianos (dicen que existen) y los australianos “de suche” o aborígenes (pa echarles de comer aparte).
Los primeros son la inmensa mayoría. Predominan especialmente los asiáticos, al igual que predominan los restaurantes asiáticos. Hay quien opina que, en realidad, muchos de los actuales asiáticos son antiguos australianos que se amarillearon y ojirasguearon de tanto acudir a estos centros hosteleros.
Los segundos son muy difíciles de encontrar. Se caracterizan por ser especialmente nacionalistas con su país y ganar mucho dinero trabajando poco (en esto se nota especialmente el carácter antipódico de este país). Su principal rasgo cultural es la barbacoa. El hecho diferencial del australiano es la barbacoa. La hacen por todos sitios. En ciudades como Sydney es fácil encontrar parques, jardines, piscinas y playas especialmente equipadas para que el australiano pueda, en cualquier momento, mostrar a la humanidad su hecho diferencial. La letra del himno nacional australiano(al contrario que otros países que no tienen) pertenece a un músico francés cuyo pseudónimo es Georgie Dann.
En cuanto al tercer grupo, son incluso más difíciles de encontrar. Al contrario que el segundo grupo, ganan poco dinero pero sin trabajar. Por una cuestión de mala (y escasa) conciencia histórica, el gobierno australiano actual dedica parte del erario público a subvencionar la vida de los escasos aborígenes que dejaron los anteriores gobiernos. Por su parte, los escasos aborígenes que dejaron los anteriores gobiernos se dedican a vagar borrachos por las escasas zonas que les ha legado el segundo grupo (los australianos que aún no se han convertido en asiáticos) para vivir. Los aborígenes han descubierto en fechas recientes el alcohol y sus efectos y se dedican a celebrarlo con gran celo y a reducir la ventaja histórica, medida en toneladas lítricas de alcohol, que les llevan otras culturas conocidas como española, inglesa y alemana, principalmente.
Volviendo al segundo grupo, otra característica de su hecho diferencial, aunque menos notoria, es su gusto por las reliquias arqueológicas. En una visita realizada al conservatorio de música de Sydney, Oceanía Directo tuvo acceso a vitrinas que contenían algunas de estas reliquias, como botellas del siglo XIX que han sido en parte reconstruidas, ladrillos coetáneos a las mismas y demás artículos preciosos parecidos que coinciden en la época y el origen europeo (sobrevivir al viaje desde Europa a Australia, aunque sea en avión, bien merece un córner en un museo).
Como muestra de buena voluntad del pueblo español hacia Australia, Oceanía Directo legará unas zapatillas deportivas con un año de antigüedad, procedentes de Europa y rotas en tierra australiana, al Museo de Historia de Nueva Gales del Sur para que forme parte del legado histórico y cultural de Australia.
En próximas entradas analizaremos otros aspectos del carácter de los australianos, su rica cultura, su abundante gastronomía y su dilatada historia.
PD: Las australianas. Sólo hay que decir que no están mal y que el alto número de sus compatriotas con tendencias homosexuales en algunas ciudades como Sydney las convierte en blanco fácil, aunque esta afirmación se basa en sondeos y aún no en datos fehacientes.
Los primeros son la inmensa mayoría. Predominan especialmente los asiáticos, al igual que predominan los restaurantes asiáticos. Hay quien opina que, en realidad, muchos de los actuales asiáticos son antiguos australianos que se amarillearon y ojirasguearon de tanto acudir a estos centros hosteleros.
Los segundos son muy difíciles de encontrar. Se caracterizan por ser especialmente nacionalistas con su país y ganar mucho dinero trabajando poco (en esto se nota especialmente el carácter antipódico de este país). Su principal rasgo cultural es la barbacoa. El hecho diferencial del australiano es la barbacoa. La hacen por todos sitios. En ciudades como Sydney es fácil encontrar parques, jardines, piscinas y playas especialmente equipadas para que el australiano pueda, en cualquier momento, mostrar a la humanidad su hecho diferencial. La letra del himno nacional australiano(al contrario que otros países que no tienen) pertenece a un músico francés cuyo pseudónimo es Georgie Dann.
En cuanto al tercer grupo, son incluso más difíciles de encontrar. Al contrario que el segundo grupo, ganan poco dinero pero sin trabajar. Por una cuestión de mala (y escasa) conciencia histórica, el gobierno australiano actual dedica parte del erario público a subvencionar la vida de los escasos aborígenes que dejaron los anteriores gobiernos. Por su parte, los escasos aborígenes que dejaron los anteriores gobiernos se dedican a vagar borrachos por las escasas zonas que les ha legado el segundo grupo (los australianos que aún no se han convertido en asiáticos) para vivir. Los aborígenes han descubierto en fechas recientes el alcohol y sus efectos y se dedican a celebrarlo con gran celo y a reducir la ventaja histórica, medida en toneladas lítricas de alcohol, que les llevan otras culturas conocidas como española, inglesa y alemana, principalmente.
Volviendo al segundo grupo, otra característica de su hecho diferencial, aunque menos notoria, es su gusto por las reliquias arqueológicas. En una visita realizada al conservatorio de música de Sydney, Oceanía Directo tuvo acceso a vitrinas que contenían algunas de estas reliquias, como botellas del siglo XIX que han sido en parte reconstruidas, ladrillos coetáneos a las mismas y demás artículos preciosos parecidos que coinciden en la época y el origen europeo (sobrevivir al viaje desde Europa a Australia, aunque sea en avión, bien merece un córner en un museo).
Como muestra de buena voluntad del pueblo español hacia Australia, Oceanía Directo legará unas zapatillas deportivas con un año de antigüedad, procedentes de Europa y rotas en tierra australiana, al Museo de Historia de Nueva Gales del Sur para que forme parte del legado histórico y cultural de Australia.
En próximas entradas analizaremos otros aspectos del carácter de los australianos, su rica cultura, su abundante gastronomía y su dilatada historia.
PD: Las australianas. Sólo hay que decir que no están mal y que el alto número de sus compatriotas con tendencias homosexuales en algunas ciudades como Sydney las convierte en blanco fácil, aunque esta afirmación se basa en sondeos y aún no en datos fehacientes.
lunes, octubre 23, 2006
Avance fotográfico
MI CASA:
TELÉFONO:
MI BARRIO:
EL BARRIO EN EL QUE VIVO SE LLAMA COOGEE (LÉASE CULLI EN LENGUA LOCAL) Y ESTÁ A TOMAR POR CULO DEL CENTRO. MI CASA (VEASE FOTOGRAFÍA SUPERIOR) ES TAMBIÉN CONOCIDA POR SUS ASIDUOS PARROQUIANOS COMO COOGEE-TRIL, A PESAR DE SER ENVIDIA DE MUCHOS POR ESTAR TAN CERCA DE LA PLAYA, QUE MOSTRARÉ EN LA SIGUIENTE IMAGEN.
LA PLAYA:
NO ESTÁ MAL, AÚN SI EL CIELO PARECE COPYPASTEADO DE UN CUADRO DE VERMEER. EN LOS DÍAS DE SOL SE PETA Y MOLA. EL TÍO QUE SE VE A LO LEJOS ES PERRY, SÓLO ÉL PODRÍA APARECER POR AHÍ A ESAS HORAS Y CON ESE TIEMPO.
LO QUE TODOS ESPERABAN:
VOILÁ EL HARBOUR BRIDGE Y EL OPERA HOUSE, LOS DOS ICONOS DE SYDNEY (CON EL PERMISO DE KYLIE MINOGUE Y NICOLE KIDMAN, SE SUPONE).
TELÉFONO:
MI BARRIO:
EL BARRIO EN EL QUE VIVO SE LLAMA COOGEE (LÉASE CULLI EN LENGUA LOCAL) Y ESTÁ A TOMAR POR CULO DEL CENTRO. MI CASA (VEASE FOTOGRAFÍA SUPERIOR) ES TAMBIÉN CONOCIDA POR SUS ASIDUOS PARROQUIANOS COMO COOGEE-TRIL, A PESAR DE SER ENVIDIA DE MUCHOS POR ESTAR TAN CERCA DE LA PLAYA, QUE MOSTRARÉ EN LA SIGUIENTE IMAGEN.
LA PLAYA:
NO ESTÁ MAL, AÚN SI EL CIELO PARECE COPYPASTEADO DE UN CUADRO DE VERMEER. EN LOS DÍAS DE SOL SE PETA Y MOLA. EL TÍO QUE SE VE A LO LEJOS ES PERRY, SÓLO ÉL PODRÍA APARECER POR AHÍ A ESAS HORAS Y CON ESE TIEMPO.
LO QUE TODOS ESPERABAN:
VOILÁ EL HARBOUR BRIDGE Y EL OPERA HOUSE, LOS DOS ICONOS DE SYDNEY (CON EL PERMISO DE KYLIE MINOGUE Y NICOLE KIDMAN, SE SUPONE).
Recopilando
Primeros resultados de estos 15 días cabeza abajo:
-5 días de jet-lag
-comienzo de mi trabajo como “experto” en inversiones (¿?)
-cena en un chino
-comida en un coreano
-merienda en un tailandés
-almuerzo en un himalayo
-aperitivo en un japonés
-desayuno en un turco
-celebración en un italiano
-degustación de una pizza de cocodrilo
-hablo italiano con una australiana
-conozco a dos serbias asentadas en Australia
-una india criada en Hong-Kong me habla sobre las diferencias entre el cantonés y el mandarín
-cumpleaños de un israelí en la planta 63 de una torre en el centro de Sydney (acuden una representación de la España plural –Canarias, Madrid, Cataluña, Euskadi, Andalucía, Aragón...-, dos hebreos, unos italianos, unos franceses, australianos, coreanos, chilenos, americanos, irlandeses....)
-vista impresionante del skyline de Sydney con un par de grúas cerca por si algún españolito echa de menos la ciudad de la hormigonera y el madroño
-gala del 12 de octubre a la que no somos invitados (lástima, teniendo en cuenta cómo se las gasta el cónsul, ese personaje)
-un becario de segunda fase Icex que hizo la primera en Malasia nos recibe con una gran paella
-un murciélago gigante sobrevuela nuestra casa y por la mañana acuden a la baranda de la terraza cuatro periquitos de colores chillones
-algunas cucarachas también hacen acto de presencia
-visita a China Town
-paseo por la city
-entrada para el Opera House
-nubarrones de cuadro de Vermeer cada fin de semana, calor los días laborables
-compañeros que se encuentran en mitad del desierto australiano a un grupo de jubilados españoles
-juerga hasta las 7 de la mañana en un barrio gay
-invitación a un Spa en un edificio de asiáticos
-preparación de una visita a Nueva Zelanda
-búsqueda de importadores de vinos –el tema me persigue-
-preparación de una tortilla en las antípodas
-observación: aquí le piden el carnet a las tías antes de entrar a los pubs –constatación de que, efectivamente, estamos en las antípodas-
-demostración de que el agua del grifo cae al sumidero de forma diferente...
Mientras tanto:
-En Rabat, Gemma roza la frontera de la legalidad, o más bien la sobrepasa, por su concubinaje con un informático
-En algún lugar entre Lagos y Abuja, un grupo de nigerianos se pone a rezar a voz en grito en mitad de un avión con Jose de testigo
-En Bruselas, unos sofás para hobbits aparecen de repente en casa de Gabriela y Carlota
-En Luanda, Pedro y Carlos tienen bastante con huir de los mosquitos mientras atraviesan asentamientos ante los cuales, las Tres Mil Viviendas podrían ser la residencia del Rey de Noruega
-En Santo Domingo, Cristina se adentra en el lado oscuro del mercado inmobiliario dominicano
-En Johannesburgo, Zapico se da a la fuga a lo Farruquito de Soweto tras pegársela contra otro coche en mitad de un barrio residencial
-En La Paz, Blanca perpetra un atentando contra el nombre de la ciudad al participar en un conato de asesinato de Evo (esto es el lado ficticio, seguro que de aquí a un tiempo ni siquiera es necesario)
-En Pekín, Olmo se confunde en la noche para conocer los secretos de la juerga china
-En Santiago de Chile, Roberta y Sonia conocen el lado camorrista de la diplomacia española en la mismísima celebración de la Hispanidad
-En París, Laura asalta las pasarelas en nombre del déficit comercial español
-En Moscú, Ana nos retrotrae a los años más oscuros de nuestra historia a través del testimonio de los niños de la Guerra
-En Madrid, Moneo prepara una incursión en Serbia tras haberse negado a comer lentejas marroquíes
-En Budapest, Imanol provoca a los revisores del tranvía y nos introduce en la capital del porno europeo
-En Vilnius, Manolo Urbanauskas se instala en el kilómetro cero del báltico
(Sin noticias por ahora de: Ottawa, Washington, Miami, Monterrey, La Paz, Asunción, Varsovia, Londres, Copenhague, Dusseldorf, Berna, Bangkok, Hong-Kong...)
-5 días de jet-lag
-comienzo de mi trabajo como “experto” en inversiones (¿?)
-cena en un chino
-comida en un coreano
-merienda en un tailandés
-almuerzo en un himalayo
-aperitivo en un japonés
-desayuno en un turco
-celebración en un italiano
-degustación de una pizza de cocodrilo
-hablo italiano con una australiana
-conozco a dos serbias asentadas en Australia
-una india criada en Hong-Kong me habla sobre las diferencias entre el cantonés y el mandarín
-cumpleaños de un israelí en la planta 63 de una torre en el centro de Sydney (acuden una representación de la España plural –Canarias, Madrid, Cataluña, Euskadi, Andalucía, Aragón...-, dos hebreos, unos italianos, unos franceses, australianos, coreanos, chilenos, americanos, irlandeses....)
-vista impresionante del skyline de Sydney con un par de grúas cerca por si algún españolito echa de menos la ciudad de la hormigonera y el madroño
-gala del 12 de octubre a la que no somos invitados (lástima, teniendo en cuenta cómo se las gasta el cónsul, ese personaje)
-un becario de segunda fase Icex que hizo la primera en Malasia nos recibe con una gran paella
-un murciélago gigante sobrevuela nuestra casa y por la mañana acuden a la baranda de la terraza cuatro periquitos de colores chillones
-algunas cucarachas también hacen acto de presencia
-visita a China Town
-paseo por la city
-entrada para el Opera House
-nubarrones de cuadro de Vermeer cada fin de semana, calor los días laborables
-compañeros que se encuentran en mitad del desierto australiano a un grupo de jubilados españoles
-juerga hasta las 7 de la mañana en un barrio gay
-invitación a un Spa en un edificio de asiáticos
-preparación de una visita a Nueva Zelanda
-búsqueda de importadores de vinos –el tema me persigue-
-preparación de una tortilla en las antípodas
-observación: aquí le piden el carnet a las tías antes de entrar a los pubs –constatación de que, efectivamente, estamos en las antípodas-
-demostración de que el agua del grifo cae al sumidero de forma diferente...
Mientras tanto:
-En Rabat, Gemma roza la frontera de la legalidad, o más bien la sobrepasa, por su concubinaje con un informático
-En algún lugar entre Lagos y Abuja, un grupo de nigerianos se pone a rezar a voz en grito en mitad de un avión con Jose de testigo
-En Bruselas, unos sofás para hobbits aparecen de repente en casa de Gabriela y Carlota
-En Luanda, Pedro y Carlos tienen bastante con huir de los mosquitos mientras atraviesan asentamientos ante los cuales, las Tres Mil Viviendas podrían ser la residencia del Rey de Noruega
-En Santo Domingo, Cristina se adentra en el lado oscuro del mercado inmobiliario dominicano
-En Johannesburgo, Zapico se da a la fuga a lo Farruquito de Soweto tras pegársela contra otro coche en mitad de un barrio residencial
-En La Paz, Blanca perpetra un atentando contra el nombre de la ciudad al participar en un conato de asesinato de Evo (esto es el lado ficticio, seguro que de aquí a un tiempo ni siquiera es necesario)
-En Pekín, Olmo se confunde en la noche para conocer los secretos de la juerga china
-En Santiago de Chile, Roberta y Sonia conocen el lado camorrista de la diplomacia española en la mismísima celebración de la Hispanidad
-En París, Laura asalta las pasarelas en nombre del déficit comercial español
-En Moscú, Ana nos retrotrae a los años más oscuros de nuestra historia a través del testimonio de los niños de la Guerra
-En Madrid, Moneo prepara una incursión en Serbia tras haberse negado a comer lentejas marroquíes
-En Budapest, Imanol provoca a los revisores del tranvía y nos introduce en la capital del porno europeo
-En Vilnius, Manolo Urbanauskas se instala en el kilómetro cero del báltico
(Sin noticias por ahora de: Ottawa, Washington, Miami, Monterrey, La Paz, Asunción, Varsovia, Londres, Copenhague, Dusseldorf, Berna, Bangkok, Hong-Kong...)
miércoles, octubre 18, 2006
Y dice usted...
Y dice usted....que un cónsul español en el extranjero, casado con un alemán, ha denunciado a su marido por presuntos malos tratos, y que la policía, que accedió a la vivienda familiar después de que éste pulsara el panic button, ha registrado su casa y ha encontrado más drogas que en Trainspotting, y que la noticia ha aparecido en la página dos del principal periódico de tirada nacional con el titular “Spanish Bullfight”, y que es la comidilla de toda la comunidad hispana en ese apartado rincón del mundo, ¿y Franco qué opina de eso?
Becas Icex te llevan donde no llega nadie (y a tus aspiraciones también).
Y el Madrid qué, otra vez campeón de Europa, ¿no? (Getafe 1-Real Madrid 0...aquest’any tampoc!!)
Becas Icex te llevan donde no llega nadie (y a tus aspiraciones también).
Y el Madrid qué, otra vez campeón de Europa, ¿no? (Getafe 1-Real Madrid 0...aquest’any tampoc!!)
sábado, octubre 14, 2006
Hastapronteando
“Me gustaría ir a verte pero es muy caro”, “tráeme un koala”, “qué envidia me das”, “es una buena oportunidad para conocer el otro lado del mundo”, “que tengas mucha suerte en todo lo que hagas”, “más vale una aussie borracha que una integrista islámica”, “¿en serio que no lo pediste?”, “espérame en marzo”, “cuidado con las canguras”, “te veo quedándote allí”, “¿sabes ya dónde te vas a quedar?”, “al menos es mejor que Beirut”, “y tus padres qué”, “eres un aventurero”, “estás loco”, “odio las despedidas”, “es la capital, ¿verdad?”, “conozco a uno que se fue allí”, “¿me llevas en la maleta?”, “¿vas a ser mis antípodas?”, “tú no paras”, “¿te pagan mucho?”, “¿cuántas horas de vuelo son?”, “cuando cague me acordaré de ti, porque estarás debajo”, “allí el agua se va al sumidero en sentido contrario, ¿no?”, “un año se pasa enseguida”, ¿un año entero?”, “¿a trabajar para la embajada?”, “¿cuántas horas más son allí?”, “vas a ver el nuevo año en la playa, cabrón”, “a ver si organizamos un encuentro por aquella zona”, “no hagas locuras, que te veo en Papua con un vuelo de bajo coste”, “yo ya estoy buscando billetes”...
viernes, octubre 13, 2006
Historia de un desbarajuste* (o El viaje -de horas-)
En el principio fue la hora absurda: las 6.00 de la mañana. Hora de salida del aeropuerto de Barajas. Eso supuso un desbarajuste de mi concepción de la inteligencia humana: la agencia de viajes nos ponía el vuelo a las 6.00 desde Madrid para salir de Ámsterdam a las 13.00, de Kuala Lumpur a no sé qué hora y llegar a Sydney en algún momento determinado mucho tiempo después...todo ello desbarajusta mi concepción del tiempo y del espacio. El viaje comienza con un gran desbarajuste: acostarse a las 21.00 y levantarse a las 2.45 para coger un autobús a las 3.30 que te lleva al aeropuerto. Y aún hay más.
Unos 15 becarios Icex en Barajas: Sao Paulo, Lagos, Sydney...eso desbarajusta mi concepto de los kilómetros, y la tía de KLM haciendo pagar a unos sí y a otros no, pasando 54 kilos por la cara y haciendo pagar por 30 una eurada...eso desbarajusta mi concepto de la justicia (ya suficientemente desbarajustado a lo largo de los años). Primera parada: Ámsterdam. Sólo tres horas, en el aeropuerto, y no poder visitar una de las ciudades de mis amores, eso desbarajusta mis sentimientos.
Segundo avión hasta Kuala Lumpur. Despegue de Ámsterdam a las 13.00 horas, adiós a Europa por un año, eso desbarajusta mi sentido (escaso) del arraigo y la nostalgia. Sigamos. Casi sin haber cogido la altura suficiente, las azafatas con sus trajes malayos (KLM se travistió en Air Malaysia en el aeropuerto de Schipol para desbarajuste de todos los viajeros) nos sirven la comida y antes de que nos demos cuenta empieza a desbarajustarse mi sentido de la realidad física: se hace de noche. Último recuerdo de día: el mar Caspio. El avión sale de Holanda para pasar por Alemania y sobrevolar Berlín y sus Curriwurst, Polonia y sus fontaneros, Ucrania y sus columnas de humo en mitad de la estepa y el Mar Caspio.
La noche tan prematura e inesperada desbarajusta mi deseo de dormir. Me meto entre pecho y espalda Lost in Translation, que desbarajusta mi capacidad de entender el inglés y una partida de “50x15, quién quiere ser millonario” en inglés que me convierte en virtual ganador y multimillonario moral a 10.000 metros del suelo, eso desbarajusta mi concepción de la riqueza.
Paseo hasta la ventanilla de cola y asomado a la ventana diviso las montañas afganas que una vez fueron bombardeadas por el ejercito imperial en busca de un multimillonario saudí que quizá se encuentre en ese momento debajo de mí, o quizá se encuentre en Hollywood rodando su próxima aparición en Al –Jazeera. Pienso en Perry y en que si en ese momento la física se fuera a la mierda y mi avión se estrellase en este recóndito lugar del mundo, quizá ni él fuera capaz de encontrarme. Eso desbarajusta, o más bien desata, terror en mi subconsciente.
Regreso al asiento y de nuevo entre pecho y espalda me meto un bodrio de alto octanaje hollywoodiano: El diablo viste de Prada. Para que sea aún más fuerte el golpe para mi cerebro lo hago en italiano. Ni siquiera eso me noquea en una noche más larga que la de Neruda, y así decido iniciar un nuevo paseo a la cola. Eso sí, se desbarajusta mi concepción de la capacidad de aguante del ser humano. En ese momento aparece la India en mi vida: Nueva Delhi desde lo alto que se muestra infinita en la distancia y poco después Calcuta, donde quizá vaguen aún por callejones inmundos los hermanos pinzones con Colón. Eso desbarajusta mis recuerdos y mi sentido del humor.
Y de repente, entrando en la zona del mundo donde ha nacido el nuevo día, las azafatas malayas aparecen con una especie de cenayuno, porque el desbarajuste horario ha convertido lo que debería haber sido una cena en una especie de desayuno. Me tomo mi segundo plato de arroz con pescado, y algo se desbarajusta en mis intestinos.
Poco tiempo después del citado cenayuno comienza el descenso a la ciudad de las torres Petronas que, por supuesto, tampoco voy a poder ver de momento, y su verticalmente infinita ausencia desbarajusta mi alegría. Cuatro horas vagando por un aeropuerto que recuerda a la Estación Espacial Internacional, pleno día, y unas ganas inmensas de echar una cabezada se apoderan de mí: es el desbarajuste del sueño, el famoso jet-lag que aparece en mi vida...y lo que falta.
Por fin, último vuelo. Las antípodas están cada vez más cerca pero me da igual porque a esas alturas (en el doble o triple sentido), antes de que haya despegado el avión ya estoy dormido como un tronco sobre la península de Malaca, las innumerables islas indonesias y la entrada en el último continente: Oceanía.
Cuando despierto, un nuevo paseo a la cola del avión y aparece ante mí un infinito desierto rojizo: estamos en Australia. Vuelve a aparecer una noche improbable de forma inesperada, y un nuevo plato de arroz con pescado condena a mi aparato digestivo para los próximos días, aunque yo aún no lo sé. Eso desbarajusta mi futuro próximo.
La sensación de no saber qué hago yo aquí en este momento desbarajusta mi concepto de mi mismísima mismidad y lo soluciono con un nuevo sueño, porque a esas alturas hasta mi capacidad para actuar está desbarajustada. Y en esas aparece el aeropuerto de Sydney como último lugar del mundo, y como último lugar al que pensaría que podría llegar, aún si hacía apenas un montón de horas estaba seguro de que ese sería el final de mi viaje.
*Homenaje a la Orgui.
Unos 15 becarios Icex en Barajas: Sao Paulo, Lagos, Sydney...eso desbarajusta mi concepto de los kilómetros, y la tía de KLM haciendo pagar a unos sí y a otros no, pasando 54 kilos por la cara y haciendo pagar por 30 una eurada...eso desbarajusta mi concepto de la justicia (ya suficientemente desbarajustado a lo largo de los años). Primera parada: Ámsterdam. Sólo tres horas, en el aeropuerto, y no poder visitar una de las ciudades de mis amores, eso desbarajusta mis sentimientos.
Segundo avión hasta Kuala Lumpur. Despegue de Ámsterdam a las 13.00 horas, adiós a Europa por un año, eso desbarajusta mi sentido (escaso) del arraigo y la nostalgia. Sigamos. Casi sin haber cogido la altura suficiente, las azafatas con sus trajes malayos (KLM se travistió en Air Malaysia en el aeropuerto de Schipol para desbarajuste de todos los viajeros) nos sirven la comida y antes de que nos demos cuenta empieza a desbarajustarse mi sentido de la realidad física: se hace de noche. Último recuerdo de día: el mar Caspio. El avión sale de Holanda para pasar por Alemania y sobrevolar Berlín y sus Curriwurst, Polonia y sus fontaneros, Ucrania y sus columnas de humo en mitad de la estepa y el Mar Caspio.
La noche tan prematura e inesperada desbarajusta mi deseo de dormir. Me meto entre pecho y espalda Lost in Translation, que desbarajusta mi capacidad de entender el inglés y una partida de “50x15, quién quiere ser millonario” en inglés que me convierte en virtual ganador y multimillonario moral a 10.000 metros del suelo, eso desbarajusta mi concepción de la riqueza.
Paseo hasta la ventanilla de cola y asomado a la ventana diviso las montañas afganas que una vez fueron bombardeadas por el ejercito imperial en busca de un multimillonario saudí que quizá se encuentre en ese momento debajo de mí, o quizá se encuentre en Hollywood rodando su próxima aparición en Al –Jazeera. Pienso en Perry y en que si en ese momento la física se fuera a la mierda y mi avión se estrellase en este recóndito lugar del mundo, quizá ni él fuera capaz de encontrarme. Eso desbarajusta, o más bien desata, terror en mi subconsciente.
Regreso al asiento y de nuevo entre pecho y espalda me meto un bodrio de alto octanaje hollywoodiano: El diablo viste de Prada. Para que sea aún más fuerte el golpe para mi cerebro lo hago en italiano. Ni siquiera eso me noquea en una noche más larga que la de Neruda, y así decido iniciar un nuevo paseo a la cola. Eso sí, se desbarajusta mi concepción de la capacidad de aguante del ser humano. En ese momento aparece la India en mi vida: Nueva Delhi desde lo alto que se muestra infinita en la distancia y poco después Calcuta, donde quizá vaguen aún por callejones inmundos los hermanos pinzones con Colón. Eso desbarajusta mis recuerdos y mi sentido del humor.
Y de repente, entrando en la zona del mundo donde ha nacido el nuevo día, las azafatas malayas aparecen con una especie de cenayuno, porque el desbarajuste horario ha convertido lo que debería haber sido una cena en una especie de desayuno. Me tomo mi segundo plato de arroz con pescado, y algo se desbarajusta en mis intestinos.
Poco tiempo después del citado cenayuno comienza el descenso a la ciudad de las torres Petronas que, por supuesto, tampoco voy a poder ver de momento, y su verticalmente infinita ausencia desbarajusta mi alegría. Cuatro horas vagando por un aeropuerto que recuerda a la Estación Espacial Internacional, pleno día, y unas ganas inmensas de echar una cabezada se apoderan de mí: es el desbarajuste del sueño, el famoso jet-lag que aparece en mi vida...y lo que falta.
Por fin, último vuelo. Las antípodas están cada vez más cerca pero me da igual porque a esas alturas (en el doble o triple sentido), antes de que haya despegado el avión ya estoy dormido como un tronco sobre la península de Malaca, las innumerables islas indonesias y la entrada en el último continente: Oceanía.
Cuando despierto, un nuevo paseo a la cola del avión y aparece ante mí un infinito desierto rojizo: estamos en Australia. Vuelve a aparecer una noche improbable de forma inesperada, y un nuevo plato de arroz con pescado condena a mi aparato digestivo para los próximos días, aunque yo aún no lo sé. Eso desbarajusta mi futuro próximo.
La sensación de no saber qué hago yo aquí en este momento desbarajusta mi concepto de mi mismísima mismidad y lo soluciono con un nuevo sueño, porque a esas alturas hasta mi capacidad para actuar está desbarajustada. Y en esas aparece el aeropuerto de Sydney como último lugar del mundo, y como último lugar al que pensaría que podría llegar, aún si hacía apenas un montón de horas estaba seguro de que ese sería el final de mi viaje.
*Homenaje a la Orgui.
martes, octubre 03, 2006
Beirut
Era una mañana irlandesa, no sé de qué día y, si sé el mes, es porque los ecos del ceco resonaban aún en mis pesadillas. Mensaje de Pedro: Beirut está en llamas y bla, bla, bla (en Irlanda había una hora menos, y yo esa hora la aprovechaba para estar en la cama).
En el paseo de La Castellana 16, los mandamases del ICEX decidían la ciudad de destino de 230 personas en una orgía de azar y voltios. En algún lugar de Tel-Aviv alguien había dado la orden de atacar el país vecino por tierra, mar y aire. En ningún lugar de Beirut se estaba ya seguro.
El proceso de selección trataba de asignar 230 becarios, con 230 preferencias ordenadas de 1 a 5, a lo largo y ancho del planeta. Entre ellas las mías: 1 Líbano, 2 Bélgica, 3 Turquía, 4 Argelia, 5 Israel. No me pregunten por la lógica de la elección, no busquen la relación de los cedros con los gofres, kebab, kebab, kebab. Ahora, mi preferencia número 5 había atacado, despechada, a mi preferencia número 1.
En una mesa del 16 de Castellana, una vez asignados a su puesto determinados candidatos por imperativo electrocrático, el resto de dossieres iban a ser dispuestos sobre la mesa de risk y Beirut ya no estaba en ella.
Mis cálculos (un país árabe y francófono situado en una zona lo suficientemente convulsa como para ganar un sobresueldo como corresponsal de algún periódico español) se hacían cada vez más improbables con el crecer de las bombas, el aumentar del odio y el enconar de la espiral violenta de Hezbollah y el ejército israelí.
En Irlanda llovía o llovía mientras yo me hacía a la idea de que Beirut, la ciudad que debía de protagonizar este blog y mi vida en el próximo año, se me escapaba, y la CNN mostraba sus nuevas cenizas.
Un rayo del azar o un voltio mal encendido llevaron mi dossier a la otra punta del planeta y mi destino al Mundo Novísimo. Cocodrilos marinos, el agujero de la capa de ozono, el Palacio de la Ópera, medusas asesinas, desiertos infinitos y aborígenes en extinción me esperan así en el año I después del Ceco (peor hubiera sido Alberta).
Bienvenidos, lectores.
En el paseo de La Castellana 16, los mandamases del ICEX decidían la ciudad de destino de 230 personas en una orgía de azar y voltios. En algún lugar de Tel-Aviv alguien había dado la orden de atacar el país vecino por tierra, mar y aire. En ningún lugar de Beirut se estaba ya seguro.
El proceso de selección trataba de asignar 230 becarios, con 230 preferencias ordenadas de 1 a 5, a lo largo y ancho del planeta. Entre ellas las mías: 1 Líbano, 2 Bélgica, 3 Turquía, 4 Argelia, 5 Israel. No me pregunten por la lógica de la elección, no busquen la relación de los cedros con los gofres, kebab, kebab, kebab. Ahora, mi preferencia número 5 había atacado, despechada, a mi preferencia número 1.
En una mesa del 16 de Castellana, una vez asignados a su puesto determinados candidatos por imperativo electrocrático, el resto de dossieres iban a ser dispuestos sobre la mesa de risk y Beirut ya no estaba en ella.
Mis cálculos (un país árabe y francófono situado en una zona lo suficientemente convulsa como para ganar un sobresueldo como corresponsal de algún periódico español) se hacían cada vez más improbables con el crecer de las bombas, el aumentar del odio y el enconar de la espiral violenta de Hezbollah y el ejército israelí.
En Irlanda llovía o llovía mientras yo me hacía a la idea de que Beirut, la ciudad que debía de protagonizar este blog y mi vida en el próximo año, se me escapaba, y la CNN mostraba sus nuevas cenizas.
Un rayo del azar o un voltio mal encendido llevaron mi dossier a la otra punta del planeta y mi destino al Mundo Novísimo. Cocodrilos marinos, el agujero de la capa de ozono, el Palacio de la Ópera, medusas asesinas, desiertos infinitos y aborígenes en extinción me esperan así en el año I después del Ceco (peor hubiera sido Alberta).
Bienvenidos, lectores.
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