martes, marzo 11, 2008

Fronteras

El ascensor bajó y nos subimos los tres. Estaba yo y estaban ellos dos. Ella, Vachinam, mi vecinita de enfrente. Guapa, atractiva, con ropa a la occidental, con vida a la occidental, universitaria, veintimuypocos, con esa indiferencia diabólica y angelical de una adolescente que se sabe bella. Él, Alí, el hermano del portero, vestido con unas sandalias llenas de polvo y cansancio que deberían ser la bandera de Egipto. Alí, con su indiferencia llena de inocencia e incultura.

Los porteros de los portales son una institución aquí, se mueven por las tripas de los edificios, conocen cada palmo, están para lo que haga falta, sin horas, y viven en las primeras plantas, en una especie de cuevas que son más obscenas cuanto más ostentosas son las viviendas que soportan.

Allí, en ese espacio mínimo, en ese metro cuadrado móvil, tenía la mejor imagen de este país: una chica bella y formada, bien vestida, probablemente inteligente, seguramente viajada, que forma parte del faraónico 5 ó 10 por ciento que vive a la occidental aquí, que aprovecha el boom económico que está teniendo el país en los últimos años; y él, un joven inocente y bonachón y sin nada de nada, al que le afecta ese boom económico que está haciendo que los productos básicos suban de un precio que para mi sueldo aquí son céntimos, pero que para ellos es inalcanzable.

Ella salió primero del ascensor, y me dijo “see you” o algo así, a él no le dijo nada porque no existe. Yo imaginaba que él la ha visto desde siempre y desde siempre le ha gustado. Que la mira y la admira desde la cueva cuando ella llega las noches de los viernes, vestida de fiesta, de esa fiesta sólo abierta para occidentales y para los faraones de ese 5 por ciento. Que sube en el ascensor, el único medio de transporte que puede imaginar, para oler su olor, su perfume, su limpieza. E imaginaba que si yo fuera él, seguramente estaría enamorado de ella, aunque sólo fuera por el placer de la esperanza.

Pero creo que no. Creo que es imposible, pertenecen a mundos distintos superpuestos en un mismo pais, y la frontera que los separa impide cualquier pensamiento que los acerque.

5 comentarios:

emereci dijo...

O quizás, si fueras ella, estarías enamorada de la inocente mirada del joven portero, que buscarías (sin fortuna, no hay ni que decirlo) en los sórdidos amantes que te proporciona tu 5% de realidad.
Estás hecho un poeta.
Bicos mil.

Capitán Cook(ing) dijo...

Que maravilla volver a tener tus comentarios. A ver cu'ando vienes por aqu'i y me cuentas tus aventuras habaneras mientras comemos koshari y hacemos aritos de humo con la shisha. Besos.

Caesares8 dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Caesares8 dijo...

Yo tambien creo que ella esta enamorada de el.
La imagino con mirada desconcertada. Imagino que era la primera vez que le veia en el ascensor. Y se decia, que raro, mi Hassan siempre sube por las escaleras con esas tres patas musculosas que ala le ha dado. Es entonces, es cuando se ha fijado en como te miraba Hassan.
En este preciso instante habeis llegado a destino. No, no te ha dicho see you, o algo asi. No. Al despedirse te ha dicho "fu" you. A el ya no tenia nada que decirle.

Angela dijo...

Yo tb creo q ella está loca por Hassan, y puestos a imaginar, a Hassan le molas tú (y por eso subio en el ascensor) y claro, a tí te gusta ella... un trío imposible! BESOS DESDE SEVILLA