Mejor título imposible para un curso de cocina. Incluso en Australia, a pesar de su escaso bagaje culinario, sonaba apetecible. Y Erika, Laura y yo caímos en la trampa. Mal como forma de mejorar nuestros conocimientos culinarios, pero fue irrepetible como estudio antropológico. Las anécdotas se aturullan en mi mente y esculpen ese "simplicity funerals spirit" tan difícil de explicar.
Un ejemplo máximo de lo que fue el curso son los Vaclavas que hicimos en la clase dedicada al Middle East. La profesora decidió que Turquía era Middle East y no Mediterranean. La geografía fue anecdótica en este curso, esto es lo de menos, pero doy otro ejemplo: a la cocina italiana la llamó "Tuscany" sólo porque una película ha puesto de moda esa región. Pero resultaba difícil saber qué tiene la pasta fresca, el pesto, la pasta al horno y las peras al chantilly de toscano que no tenga de calabrés, siciliano o lombardo. La asociación geografía/cocina autóctona resultó del todo engañosa durante las ocho sesiones.
Pero volvamos a los vaclavas, o quizá Mcvaclavas. Los hicimos con pasta filo y un mix de frutos secos en diez minutos e hicieron a Dennis, un turco de la clase, poner el grito en el cielo. Los vaclavas, que en Turquía tardan horas en preparar, habían sido convertidos por la profesora en toda una declaración de intenciones: no estábamos en un curso de cocinas del mundo, sino de comida rápida disfrazada de cosmopolitismo. En otra ocasión bautizó a un guiso de arroz con tropezones varios torpemente sabroso (vease bacon, espetec y especias varias) como "the same concept as spanish paella". El yuyu estaba servido.
Por si estos ejemplos no son ilustrativos, sigamos el rastro del dinero, como dijo Garganta Profunda. En una de sus explicaciones previas a la deglutición de la faena, se enorgulleció de estar dándonos de comer a 20 personas por menos de 5 dólares por cabeza (3 euros). Haría milagros en Darfur, pero con el curso debió de engordar bien la buchaca y demostró ser mejor aprendiz de Solchaga que de Adriá. ¿Iría su sueldo a comisión?
And last, but not least, la actitud de los compañeros de merienda. Algunas se negaban a cocinar pescado para no mancharse las manos. Algún otro hubo que se erigió en Jamie Oliver (versión angloparlante de Arguiñano) del curso y no dejaba a los compañeros que metieran mano en sus fogones. Cuestión de ego. Finalmente, el fenómeno de la votación. En Australia cuando te preguntan "¿a qué te dedicas?" te están preguntando realmente "¿en qué compites?". Y claro, el país con mejor ratio de medallas por habitante en las olimpiadas tiene que tener también aspirantes a medallista gastronómico. Nos los encontramos a todos: La pregunta más repetida a la hora de la cena común era, ¿cuál ha sido el mejor plato? A ver quién se apunta la de oro.
En fin, como siempre, un muy buen márketing, pero más allá de su humo, la cutre nada.
martes, septiembre 25, 2007
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5 comentarios:
Hoy te respondo en alcolito.
mierda, no me da tiempo.
Cada día me pones más difícil defender a Australia y sobretodo a los australianos con estas anécdotas, pero partiendo de que prácticamente no conozco a Australianos "pura raza", y volviendo al tema que hemos comentado más de una vez: no me gustaría vivir ahí toda la vida (ni la mitad), partiendo de todo eso, tengo que decir que muchas veces pienso que no nos damos cuenta de la cantidad de años que les llevamos de ventaja.
Son un país niñato, están creciendo!! Es como España y la democracia, todo el día a ostia limpia, ¿qué pensarán los Ingleses, con sus más de ocho siglos de democracia, de nosotros?
Me parece que con Australia nosotros, o con USA muchísima gente, nos estamos comportando con prepotencia cultural, o con la sabiduría del culto pobre pero honrado. No sé bien como decirlo.
Y dicho esto (una de cal y una de arena), vuelvo a decir que mi impresión es que hoy en día son una sociedad WASP.
Wasp White Anglo Saxon Protestant o Wasp Avispa? No, en serio, no conozco la sociedad australiana. Creo, de hecho, que no conozco a uno sólo de sus integrantes. Pero me gusta el argumento de Caesares sobre la madurez cultural (o política) de los países. Sirve también para cuando nosotr@s nos enfadamos aquí cuando encontramos un paquete de Camel en la vitrina de un museo...
Ejem, ejem. Mi experiencia australiana fue breve pero intensa. En cuanto a gastronomía --de la cual no soy experto-- creo haber llegado a una conclusión: los pueblos que más fatigas (penurias) han pasado, los que se toman la vida con más tranquilidad y sobre todo los que saben disfrutar de la vida sin competir constantemente entre sí son los que mejores platos preparan.
Dicho esto, admiro la dureza de los australianos y su capacidad para diezmar reservas de cerveza del bar de la esquina después de ocho horas de intenso deporte (aún recuerdo a aquel pavo que daba vueltas y vueltas a una velocidad endiablada a nuestro improvisado campo de fútbol mientras yo recogía por el cesped los restos de mis pulmones). Pero, parto una lanza y se la clavo en el pecho a John Howard para reivindicar el andalusian way of life, pero no el actual, sino el de hace años cuando no teníamos que trabajar 14 horas al día ni era necesario un puto móvil para reunirse con 15 amigos y 'jartarse' de cerveza.
Yo me pasé cuatro meses, y el único amigo australiano de nacimiento que tengo, es de primera generación.
Por lo que conozco, no son ni muchísimo menos una sociedad con prisas, esos viernes en que a las 12 am se bajan a por birras para beberlas en el curro, os imagináis eso aquí!!!
y del rollo cultureta, tendríais que haceros criado en Vigo. Que la cagan cuando "adaptan" una Opera: sí. Y además está bien que nos descojonemos de ellos y que se lo contemos a nuestros amigos, incluso a ellos: yo lo he hecho, pero otra cosa es lo que realmente opino de ellos como sociedad, no me parece un mal sitio para criar a unos niños, pero como me criado en dónde me he criado, todo lo demás parece (es) peor.
Y por último, el argumento inapelable: ¿de dónde son los ACDC?
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