lunes, enero 28, 2008

Mardi Gras 5

Salmorejo


En su mochila y en su estómago, hagan hueco a la simplicidad culinaria y el esplendor gastronómico del salmorejo. Retornen a la vida media barra de pan duro de varios días y enriquézcanlo con un poco de agua. Escurran el agua y llévenlo a florecer a un recipiente junto a un diente de ajo, sal, un chorreón de aceite de oliva y otro de vinagre. Añadan tres o cuatro tomates pequeños y más bien maduros, una vez pelados. La batidora hará el resto. En unos minutos, el puñado de ingredientes se habrá convertido en un plato capaz de conquistar cualquier resistencia: sencillo, contundente. Inmejorable para el verano. Añadan el rojo de los taquitos de jamón serrano y el blanco de la clara de un huevo duro. Así tendrán un pequeño viaje visual a la cuna de este plato: Córdoba, cuyo icono más simbólico son los arcos de medio punto de una mezquita que es catedral al mismo tiempo. Arcos de ladrillo rojo y blanco. La yema del huevo recordará a un sol siempre presente en la ciudad omeya, que les hará pedir a su paladar degustar, una vez más, este plato. Desde Córdoba, estrechas calles blancas y atardeceres rojos en su paladar.

2 comentarios:

Shosholoza dijo...

Por problemas logísticos (Cape to Cairo), he tenido que cederte todos los derechos de esta sección del blog. Pero que publiques los lunes, meu, es un agravio en toda regla.

Alfonso Alba dijo...

Petit cabrón, magnífica metáfora gastronómica-paisajística sobre tu ciudad. Deberían grabarla en una de las piedras de los muros de la Mezquita