jueves, mayo 22, 2008

Penalties

El corazón se encoje. Cada vez que los partidos terminan a penalties, el corazón se me hace más pequeño, las manos se me vuelven frías, los ojos se concentran en un único y esférico punto, y mi cabeza se pone en la cabeza del que va a lanzar, del que va a fallar, del que va a acertar, del que va a parar.

No hay suerte más bella en el fútbol: el azar toma el balón y casi siempre llena el césped de injusticia. Como soy incapaz de ser neutral, siempre me he puesto de parte de alguien en los partidos, y más aún en las finales de la Champions. Desde la primera que recuerdo: aquella final PSV-Benfica del 88 que, por supuesto, acabó a penalties y elevó la figura del portero holandés Hans van Breukeleen, un héroe de la niñez desde entonces.

Ayer, otro portero holandés se convirtió en héroe. Veinte años después. Van der Sar, “el del mar” en holandés. Jugaba el tiempo a su favor, caía agua en Moscú como para jugar a waterpolo, y como para jugar con el apellido del futuro héroe. La final fue bonita, pero se veía venir la injusticia de los penalties venir y mi corazón se iba achicando.

Pero ganó el que yo quería.

2 comentarios:

Alfonso Alba dijo...

El primero de Cristiano Ronaldo, ¿se puede considerar un 'gor de hombre dárea'? que diría nuestro querido cañadillas
Pataliebre, fue grande la final. Sobre todo intensa. Viva el fútbol inglés.

Angela dijo...

¿que viejo eres, no? recuerdas una final q pasó hace 20 años!! ah, claro es q ya tienes casi 28! ah! y por q querías q ganara ese equipo?