miércoles, enero 31, 2007

Beirut (II)

El futuro huele a pólvora y a sangre en la ciudad que tenía que protagonizar este blog. Un cronista marcaba hace unos días como destino inevitable del país del cedro la guerra, un nuevo enfrentamiento entre chiies, maronitas, cristianos y drusos porque la suspicacia se ha convertido en el día a día, el poder en una condición irrenunciable y la convivencia en un muro de Berlín. Cierto que los cronistas a veces explican mañana porque se equivocaron ayer en sus predicciones para hoy, como si fueran economistas. Pero demasiadas manos invisibles soban desde lugares remotos al dios de la guerra en Beirut, sobre un tablero de ajedrez en el que hay fichas de demasiados colores. Lo sé yo, que nunca estuve allí, pero que durante unos meses soñé con sus calles y sus gentes. Lo sé mientras miro la inmensidad del Pacífico y pienso en lo que habría pasado si al final hubiera podido mirar al Mediterráneo desde su otro lado. Pienso desde la antípoda que entonces me habría situado en la antípoda de las playas de mi país, dentro de ese planeta antiguo que es el Mare Nostrum, que de tanto saber olvidó las lecciones básicas de sus propias cicatrices. Tras quince años de guerra civil, empezaba a agitar un barlovento de optimismo de componente norte con buenas precipitaciones económicas y sociales de Tiro al Golán. La despreocupación de la paz era un anticiclón de las Azores instalado de forma permanente en el pequeño país que oía rezos a varios dioses para quedarse para siempre. Los puedo oír mientras respiro el olor de los eucaliptos y las limas oceánicas y sé que si antes pedían la permanencia de ese estado de anormalidad que es la paz, ahora ruegan ayuda divina para la batalla que se avecina. No hubo café libanés, ni puesta de sol mediterránea, ni visita a Petra y Amman. Me los cambiaron por la barbacoa, el océano más grande y Nueva Zelanda y Fiji. No me quejo con la razón, es cierto, pero tengo la sonrisa fría cuando mi corazón se comprime.

2 comentarios:

irene dijo...

Si quieres, cuando vuelvas al hemisferio norte podemos planear juntos un viaje a Beirut, si en ese momento no hay allí montada ninguna mundial. Por cierto, mi profe de inglés actual es neozelandesa y muy patriota y flipada, ayer nos trajo fotos de su tierra porque se celebraba el Día Nacional y tenía morriña. Tú sí que eres el novio del mundo y no Walter Arias. Besos desde la ciudad tomada por la OTAN que no es Kabul.

Capitán Cook(ing) dijo...

Jajajajaja. Cojo el testigo y te tomo la palabra. Si no hay guerra, nos vemos en Beirut, o más bien nos vamos a Beirut. Suerte con la OTAN, ya me harás la crónica. Besos para ambos.